LAS
TORRES DEL VIENTO IRANIAS
Publicado: 16 - 1- 2019
Durante la historia de la humanidad el clima ha
condicionado las formas de vida, y ha obligado al ser humano a adaptarse
incluso a las condiciones más extremas. En el caso de las
viviendas, tenemos por ejemplo el modelo de casa mediterránea,
cerrada sobre sí misma para minimizar el paso del calor sofocante
del verano, y con habitaciones abiertas a un patio o jardín
interior que refresca las noches. Ese modelo de vivienda, con variaciones
locales, se ha utilizado en ambas orillas del Mediterráneo
al menos desde tiempos de los fenicios.
El uso del adobe en muchas zonas de la Meseta Castellana
tiene la función de proteger contra el frío extremo
del invierno en las tierras del norte, y contra el calor en las
del sur; o ambas cosas a la vez, aprovechando la gran inercia térmica
del adobe, que se enfría o calienta muy despacio y ejerce
de barrera frente a la temperatura exterior.
Las casas de madera de algunas regiones de Centroeuropa
protegen frente al frío y la humedad gracias a la capacidad
aislante de dicho material, por otra parte muy abundante en esas
regiones.
Los habitantes de la Meseta Irania han elevado a
un extremo de refinamiento el uso práctico de los materiales
a su alcance para refrigerar sus viviendas sin ningún coste
energético. Desde hace miles de años, las gentes que
pueblan los límites de los grandes desiertos iraníes
se han adaptado a un entorno árido, de temperaturas extremas,
con una gran amplitud térmica (diferencia entre las temperaturas
máximas y las mínimas) diurna y estacional, y con
escasez de agua casi todo el año. En ese entorno han hecho
virtud de la utilización de los pocos materiales constructivos
a su alcance, la piedra y el barro. Canales subterráneos
para obtener agua del subsuelo y llevarlo hasta las zonas habitadas
(qanats), sistemas de enfriamiento y de conservación con
los que incluso conseguían hielo, cisternas donde mantener
el agua fresca, y torres de ventilación para enfriar los
edificios constituyen logros de la ingeniería irania que
aún hoy sorprenden.
Las poblaciones asentadas en el entorno del Dash e-Lut, al sur del
país, viven a las puertas de uno de los desiertos más
áridos del mundo y rodeados de cadenas montañosas
que en algún caso sobrepasan los 4.000 m de altitud. Quizá
el ejemplo más representativo sea el de la ciudad de Yazd,
situada en un punto intermedio entre el Dash e-Lut y el Dash e-Kavir.
Un pequeño oasis permite la vida en ese punto. Las temperaturas
alcanzan límites bastante superiores a 40 grados entre junio
y septiembre, y por debajo de cero entre noviembre y febrero. Entre
esos extremos el ingenio de sus habitantes ha conseguido suavizar
las condiciones de vida y hacer confortables las viviendas.
Las casas en el centro
histórico de Yazd son aterrazadas, de gruesos muros de ladrillo,
y con muy pocas ventanas a la calle. Ascender a cualquiera de sus
azoteas permite contemplar un curioso paisaje: decenas de torres
de diferente altura y anchura se elevan sobre las viviendas oteando
el horizonte cual vigías silenciosos. Esas estructuras no
son chimeneas, palomares, minaretes o torres de señales;
son captadores de viento, tecnología punta del desierto.
Los persas las llaman badgir. Su altura y su forma difieren,
sin duda a causa del poder económico de las familias que
habitan las viviendas, pero su funcionamiento es básicamente
el mismo: la torre está dividida en el interior en varias
partes; al exterior las distintas caras están abiertas con
ventanales, uno de ellos orientado al viento dominante. Por allí
entrará el viento a la vivienda para refrescarla, forzando
la salida del aire caliente por la cara opuesta de la torre gracias
a la menor presión de éste. Una fuente o un suelo
mojado cerca de la base de la torre proporcionan la humedad necesaria
para que el sistema mejore gracias a la evaporación. Ese
es el esquema más sencillo, pero puede hacerse mucho más
complejo.
En noches con viento,
éste facilita el funcionamiento del sistema de ventilación.
Pero cuando no hay viento, la diferencia de temperatura entre el
aire interior y el exterior provocará el movimiento por convección.
Solo hay que esperar a que el aire de la noche sea más frio
que el del interior de la vivienda para que se produzca una corriente
ascendente por una parte de la torre, la que se ha calentado más
durante el día, habitualmente la orientada al sur y al oeste.
Por las caras opuestas entrará aire más fresco.
De día el sol
calentará un lado de la torre progresivamente (este, sur
y oeste) generando de nuevo corrientes ascendentes. Si no hay viento,
la corriente descendente que se provoca en la torre (cara norte)
será pequeña, pero se irá refrescando según
descienda gracias a las gruesas paredes de ladrillo, que se han
enfriado durante la noche y se mantienen frescas durante buena parte
del día. Según se va refrescando el aire, aumenta
su densidad y desciende, provocando una corriente convectiva que
va desalojando poco a poco el aire caliente de las habitaciones.
Si hubiese viento, las ventanas orientadas en su dirección
lo captarían mejorando la ventilación.

La altura y la disponibilidad de ventanas
en todas las caras de la torre mejoran el aprovechamiento pasivo
del sistema. A mayor altura más posibilidad de captar aire
fresco, pues la temperatura del aire desciende según se aleja
de la superficie terrestre (gradiente térmico). Cuantos más
lados de la torre tengan ventanas, más opciones de captar
brisa, proceda de donde proceda. Los dueños de las torres
pueden abrir o cerrar las portezuelas de las aberturas según
la necesidad.
Hay torres con sistemas muy elaborados y complejos, que aprovechan
la forma para perfeccionar la captación y la salida del aire,
combinando incluso varias estructuras superpuestas.

La combinación de torres de tamaños y alturas diferentes
permite incluso ventilar distintas habitaciones a la vez. Los habitantes
de las casas pueden controlar las estancias hacia las que se dirige
el aire con unas compuertas en la base de las torres, tan complejas
como la estructura superior.
A pocos km de Yazd,
en la localidad de Abarkuh, la mansión de Aghazadeh exhibe
uno de los ejemplos más elaborados de torres del viento.
Tiene dos pisos y se eleva 18 metros sobre el tejado. El piso superior,
mucho más estrecho que el inferior, genera una corriente
de aire con mayor presión, y ventila las habitaciones de
la casa combinándose con las ventanas de la torre inferior.
Esta torre no tiene planta cuadrada como suele ser habitual, sino
de rectángulo alargado, orientando sus lados más largos
al sur y al norte de modo que se produce una diferencia térmica
importante entre ambas. Eso mejora el funcionamiento del sistema.
La fachada que se ve en la foto, la sur, se calienta por el efecto
del sol para evacuar el aire interior por convección, mientras
que la opuesta se mantiene a la sombra durante casi todo el día,
generando una columna de aire fresco alta y estrecha que fuerza
al aire a descender. Exquisitez técnica y decorativa solo
al alcance de familias adineradas.
Para completar la refrigeración, la sala principal está
cubierta con una cúpula elevada sobre el techo de la casa.
Su altura mantiene el calor alejado del suelo de la habitación,
al tiempo que hace más ligero el aire que hay en su parte
superior, facilitando su salida por las ventanas de la cúpula.
Una fuente en el centro de la sala humedece el aire en movimiento.

Una de las torres
en uso más perfectas de Yazd es la del jardín Dowlatabad,
de forma octogonal y con dieciséis ventanas, dos por cada
abertura. Se eleva sobre un pabellón del jardín, y
en su base la taza de una fuente aporta humedad al aire descendente
para hacerlo más fresco. Cada abertura desemboca en una sección
de la torre, a modo de chimeneas, que la recorren hasta la base,
la cual también está dividida en ocho bocas o salidas
de aire. El pabellón donde está instalada es probablemente
uno de los lugares más frescos de Yazd cuando el calor aprieta.
El jardín Dowlatabad gana en atractivo al atardecer, cuando
mucha gente va a disfrutar del sonido del agua y el aroma de las
flores, manteniendo viva una de las tradiciones persas más
antiguas.

Con
agua refresca más
En uno de
los restaurantes más concurridos de Yazd, una escalera
empinada conduce desde una habitacioncita a un sótano
umbrío. Por un canal en su suelo avanza despacio una
leve corriente de agua que proviene de un túnel. Casi
silencioso, el agua pasa incansable junto a nuestros pies
mientras nos dirigimos a una sala amueblada solo con un par
de asientos y varios cojines. Hace fresco, casi frio, y el
aire húmedo contrasta con la piel seca que un par de
minutos antes estaba expuesta al sol del exterior. Estamos
junto a un qanat, que pasa bajo el edificio del restaurante.
El sistema
de refrigeración creado en torno a las torres del viento
encuentra un aliado perfecto en las canalizaciones subterráneas
de agua persas, los qanats. Si la corriente de aire fresco
que proporcionan las torres se combina con la humedad del
agua el nivel de frescor aumenta. Bajo el suelo de muchas
casas pasan tramos de qanats que distribuyen el agua
por la ciudad, y algunas de ellas han colocado torres de viento
justo encima. El aire descendente de la torre se hace pasar
por una abertura estrecha (a), de manera que aumente su velocidad
y pierda presión. En ese punto, un pozo sobre el qanat
(b) pone en contacto el aire de la torre con el aire húmedo
que está sobre la superficie del agua (c), produciendo
un efecto de absorción de ese aire (efecto Venturi).
El aire de la torre no solo se refresca, sino que se humedece
antes de distribuirse por las habitaciones inferiores de la
casa.
La corriente de aire resultante se alimenta de dos entradas,
la de la torre (1) y otra a nivel del suelo (2), que absorbe
la humedad del agua.
La habilidad de los arquitectos persas reclama que nos descubramos
ante ellos por su ingenio.

|
Referencias
- Bahadori, Mehdi N., Passive Cooling Systems in Iranian Architecture,
Scientific American, 238, febrero 1978, pp. 144-154.
Jesús Sánchez Jaén
Permitido
copiar o difundir siempre que sea sin fín comercial, sin
modificar y citando el autor y la web donde se ha obtenido
Versión
en pdf (2.532 kb)
|