Camino
Salvaje es una web, o un blog, o ambas cosas a la vez,
dedicada al mundo de los viajes desde una perspectiva muy particular.
Su autora, Julia del Olmo, escribe reportajes muy atractivos, por
lo peculiares y porque suelen tratar temas poco conocidos. Hemos
elegido uno de ellos, el del Festival de las Águilas de Mongolia,
para dar a conocer la web en sí misma y también esa
curiosa celebración de la estepa mongola.
En el extremo oeste
de Mongolia, donde la planicie del altiplano termina y el macizo
del Altai sirve de frontera con China, Rusia y Kazajistán,
las tribus seminómadas Burkitshi, parientes de los kazajos,
mantienen con orgullo su tradición de cazadores cetreros.
Las águilas son sus compañeras de caza y sus compañeras
de vida, ya que han convertido la caza con ellas en un arte esquisito,
que va más allá de la mera captura de animales para
el sustento. Los jóvenes kazajos (o burkit) empiezan su entrenamiento
con las águilas a los trece años. Habitualmente empiezan
con un águila joven, que va creciendo y aprendiendo al mismo
tiempo que ellos. La habilidad en vuelo y la compenetración
del ave con su dueño es un espectáculo. Cada primer
fin de semana de octubre los burkitshi se reunen para celebrar una
gran fiesta antes de que las nieves cubran el paisaje y el frío
se adueñe del horizonte, del aire y de la vida.
Las aguilas son capturadas
cuando son poco más que unos polluelos, para que el aprendizaje
se realice mejor. Pero la cultura de estas gentes nómadas
no les permite esquilmar impunemente los nidos. Cuando águila
y dueño llevan ocho años cazando juntos el animal
es puesto en libertad. El cazador sabe que el águila no morirá
de hambre, pues domina el arte de la caza, y en libertad podrá
criar y algún día nuevas águilas podrán
colaborar con los kazajos. Al menos esa es la tradición;
no sabemos si la realidad actual . La caza como actividad de supervivencia
ha dejado de tener sentido incluso en ese rincón remoto de
Asia Central, y la cetrería se mantiene sobre todo como un
arte que atrae turistas con ganas de ver tradiciones curiosas. Es
posible que si la sedentarización va avanzando en el Altai,
la cetrería perviva solo gracias a su rentabilidad como atractivo
turístico.
La autora de Camino
Salvaje lo ha vivido en primera persona, y lo narra en un texto
alegre y atractivo. Además nos cuenta una curiosidad muy
llamativa, sobre todo si pensamos en el tipo de sociedad patriarcal
que impera en estas comunidades seminómadas de Asia Central:
la historia de la única mujer cazadora con águilas,
Aisholpan Nurgaiv.
El caso de Aisholpan,
que desde muy joven se atrevió a romper con las tradiciones
de su pueblo y dedicarse a una actividad reservada a los hombres,
ha sido conocido gracias a un documental dedicado a sus hazañas
en el adiestramiento y manejo del águila y a su perseverancia
para seguir adelante con su sueño. El trailer del documental
puede encontrarse en https://youtu.be/Vfi5JS6HTH0
Las imágenes son espectaculares.
No es este el único
reportaje interesante de Julia de Olmo. Su web
contiene otros artículos, fruto de sus viajes, que merece
la pena seguir.