CUADERNO DE VIAJE
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VIAJE AL ROMÁNICO PALENTINO
(mayo 2015)


Santa María la Real, Aguilar de Campoo

Texto y fotos:  
María Jesús Leza  

Eurojumelages de Madrid dedicó tres días del mes de mayo –pocos para cuanto se podía ver- a recorrer los enclaves más importantes del románico palentino. Nada más llegar a Aguilar de Campo y una vez dejado el equipaje en el hotel, nos encontramos con el que va a ser nuestro guía durante estos tres días. Se llama César y es un joven enamorado y entusiasta del románico que trabaja como coordinador de la Fundación Santa María la Real, presidida por el prestigioso arquitecto, escritor y periodista José María Pérez, Peridis.

Santa María de Mave

El primer día está programado el Románico Norte. Desde Aguilar nos trasladamos a Olleros de Pisuerga, una aldea que guarda un tesoro singular, la iglesia de los Santos Justo y Pastor, cavada, horadada en roca arenisca destacando la espadaña en su alto. Es nuestra primera visita dentro nuestro viaje y no puede resultar más impactante; la iglesia, que consta de dos naves acabadas en ábsides semicirculares y bóvedas horno y de cañón, corresponde al más puro estilo románico y está considerada como una pequeña catedral rupestre que se conserva tal y como se construyó en el siglo XII, época en que fue habitada por monjes eremitas. Situada en un bello paraje apartado del pueblo contribuye incrementar ese impacto.

Continuamos el viaje por la vega del Pisuerga, fecunda y arbolada, hasta el monasterio benedictino de Santa María de Mave. Su historia arranca de una época muy antigua, quizás del siglo IX y que, aparte del abandono a causa de la desamortización de Mendizabal, ha ido sufriendo constantes trasformaciones a través de las distintas épocas. Entramos por la fachada oeste por la puerta principal formada por múltiples archivoltas apuntadas, decoradas en forma dientes de sierra. Ya dentro de la iglesia y sentados en los bancos de la nave central, disfrutamos de un interesante espectáculo audiovisual donde podemos apreciar las distintas decoraciones proyectadas sobre los ábsides, desde el románico, el gótico, renacimiento y barroco, todo ello ambientado por el incomparable canto gregoriano. Antes de abandonar la iglesia, César nos muestra varias “firmas” o marcas de los canteros grabados en la piedra así como unos sucintos planos de la planta del edificio como guía para su construcción.


Santa María de Mave, portada oeste

Iglesia de los Santos Justo y Pastor, Olleros


La última visita de la tarde es en Rebolledo de la Torre, donde disfrutamos de una preciosa iglesia románica del siglo XII, la de los Santos Julián y Basilisa, un buen colofón para terminar el día. Lo más importante de ella es el pórtico, lugar de encuentro, antesala del bautismo de los neonatos, espacio para recaudar impuestos, es allí donde los canteros depositaron todo su arte e imaginería en los distintos capiteles. César nos explica de modo exhaustivo la labor, la vida, de estos artistas “del pueblo”. Porque su arte estaba dirigido a él, ya que la inmensa mayoría de la gente no sabía leer. Sobre esos capiteles dejaron reflejados a modo de “comic” la historia sagrada, la vida de Jesús y de los santos. Una lección de moral y redención, el bien contra el mal, el premio y el castigo. Se trata de bajorrelieves toscos, ingenuos pero no carentes de encanto y cierto misterio, ese misterio que tanto nos atrae del románico. Mientras escuchamos atentos las explicaciones de nuestro guía la luz cálida de atardecer se va colando por las columnas del atrio, una luz idónea para tirar fotos y eso hacemos, tirar fotos a diestro y siniestro antes de subir otra vez al autobús que nos llevará directamente al hotel.


Iglesia de los Santos Julián y Basilisa, Rebolledo de la Torre

El segundo día, dedicado al Románico de Ojeda y al del Camino de Santiago, amanece nublado y ventoso. Cuando llegamos al término de Santibáñez donde se encuentra el extraordinario monasterio de San Andrés del Arroyo, comienza a caer una fina lluvia primaveral. El monasterio aun habitado por una comunidad de monjas cistercienses fue fundado en 1186 por doña Mencía, hermana de doña Berenguela y bajo los auspicios del rey Alfonso VIII. El tipo de construcción ya es de transición al gótico, el típico estilo de la orden del cister, elegante y sencillo. Tiene una iglesia notable pero sobre todo lo que más nos impresiona es un bellísimo claustro al que se abre la sala capitular. Tanto por entero como en sus detalles, evidencia las manos de los más grandes artistas castellanos del siglo XIII, unos Messi y unos Ronaldo, estrellas de primera fila como nos comenta César no sin cierta socarronería. La contemplación de los detalles de los capiteles, verdadera obra de encaje y orfebrería proporcionan un goce estético inigualable.

Cuando abandonamos el monasterio la lluvia ha cesado y el viento ha arreciado desplazando a las nubes, que adoptan formas caprichosas, mientras circulamos hacia Santa Eufemia de Pozuelos. Al llegar al lugar donde se encuentra el monasterio, nos recibe un hermoso paisaje de verdes praderas desde donde se puede ver la silueta azul de los Picos de Europa. Este cenobio de bellas proporciones y de origen muy antiguo se pierde en la noche de los tiempos. Las primeras noticias que se conocen de este lugar datan del siglo X y estuvo habitado por monjes, hoy convertido en propiedad privada. Consta de una sola nave, crucero con cúpula y tres ábsides semicirculares. En el lateral sur se aprecia una magnífica portada que comunicaba con la iglesia, decorada con dientes sierra y motivos vegetales. Sin embargo los capiteles interiores son lo más interesante, con sus curiosas y raras imágenes de grifos, arpías y extraños animales. Al salir de la iglesia ya es mediodía, hace un sol esplendido y aprovechamos a tirar fotos del exterior de la iglesia, del jardín y de paso hacer la foto del grupo viajero. Después volvemos a montar en el autobús y nos vamos derechos a Alar del Rey para la obligada pausa del almuerzo.

San Andrés del Arroyo
San Martín de Frómista
Santa Eufemia de Pozuelos

Apenas nos ha dado tiempo a echar un sueñecito cuando llegamos a Frómista y nos sale al encuentro la iglesia de San Martín, “espectacular” según el entusiasta César. Su estampa actual después de la restauración del siglo pasado es magnífica, con sus tres ábsides, crucero y cimborrio y las dos torres cilíndricas de la fachada occidental. Esa belleza se ve complementada en su interior con los capiteles de los pilares que separan sus tres naves, los cuales figuran entre los más perfectos del arte románico. San Martín comenzó a edificarse en el año 1066 por orden de doña Mayor, viuda del rey Sancho de Navarra. Este templo ha sufrido constantes trasformaciones a través del tiempo como así lo demuestra la maqueta que se exhibe dentro de la iglesia. César nos cuenta que las merindades más ricas y pudientes son las que más cambios han sufrido en sus iglesias, en cambio las más pobres son las que han conservado el románico en su estado más puro.
De Frómista nos trasladamos a Carrión de los Condes. Antes de entrar en la ciudad visitamos el monasterio cluniacense de San Zoilo, fundado en el siglo XI por la condesa Teresa, nieta de Bermudo I. De la primera época sólo queda la portada principal, descubierta no hace mucho, con cuatro columnas de insólitos fustes de mármol y magníficos capiteles cincelados por un maestro de primera categoría que representan la vendimia, el burro de Belén, la boca de la verdad, la balanza del bien y del mal. En el interior de la renovada iglesia se conservan algunos de los sarcófagos donde se guardan los restos de los diferentes condes de Carrión.
Ya en Carrión, ciudad importante de la comarca de Tierra de Campos, después de la imprescindible parada para un café o refresco, caminamos por sus calles, que conservan el aire medieval reflejado en las fachadas de sus casas, hasta la iglesia de Santa María, templo grandioso, situado al borde del Camino Jacobeo. En el exterior destaca la portada sur, cobijada bajo un soportal con arbotantes que pretende equilibrar la precaria estabilidad del edificio. Lleva una ornamentación densa y prolija, en su archivolta externa se tallaron más de treinta personajes. En los capiteles un tema curioso el tributo de las “mil vírgenes”, representado por cuatro figuras de mujer. Seguimos caminando por la misma calle y, nada más cruzar la plaza del Ayuntamiento, nos encontramos con la Iglesia de Santiago, hoy convertida en museo. Dentro del estilo del románico lo más importante, su fachada occidental. Un trabajo magistral del siglo XII. La puerta exhibe en su archivolta central un conjunto de unos veinticinco personajes representando diversos oficios, pero lo más notable lo constituye el friso alto, con el Pantocrátor y los apóstoles, obra cumbre de la estatuaria románica, sobre todo en la figura de Cristo, de una perfección de clara influencia grecorromana.

A las 9,30 de la mañana del tercer y último día de viaje, César viene a recogernos a la puerta del hotel donde nos alojamos, para dar un paseo por la ciudad medieval de Aguilar de Campoo. Es una mañana tibia y soleada, ideal para caminar por su calle principal hasta una de las puertas de la antigua muralla. Hacemos un alto y César nos cuenta sucintamente los orígenes de la ciudad muy ligada al río donde antaño estaba plagado de huertas y molinos. Desde allí se puede contemplar el antiguo fuerte o castillo que se alza en una colina y desde allí parte también una hermosa avenida flanqueada por altos olmos que conduce al monasterio de Santa María la Real. Abandonado tras la desamortización, padeció una larga etapa de saqueos y abandono hasta ser restaurado no hace mucho tiempo. Tras su laboriosa recuperación, alberga hoy en día un instituto de Enseñanza Media y es la sede de la Fundación Santa María la Real que trabaja para la conservación y divulgación de los monumentos románicos provinciales. Se trata de una abadía de la orden del Cister y fue fundada hacía el año 1000 por Alfonso VII. Dentro del conjunto de edificios destaca poderosamente la sala capitular y el claustro. Los capiteles originales, obras maestras de la escultura de finales del siglo XII, fueron arrancados la mayor parte en el tiempo en que el cenobio estuvo abandonado, para trasladarlos al Museo Arqueológico Nacional de Madrid, donde permanecen. La iglesia es de un estilo de transición tardorománico que busca la altura y la luz. Como colofón de la visita disfrutamos en el refectorio de los monjes de una interesante y sugestiva proyección audiovisual, de dibujos animados, inspirados en los códices medievales, que nos muestra la vida y costumbres de la Alta Edad Media, los ciclos, las estaciones, la fuerza de la naturaleza, el poder de la Iglesia, sus miedos y supersticiones; una época centrada en Dios, el gran Pantocrátor.
Nos despedimos de Cesar, la persona que nos ha acompañado durante este interesante viaje, repleto de arte y de historia, y partimos hacía Lerma, última etapa de nuestro periplo donde nos espera un sabroso lechazo de cordero que hemos encargado previamente en un afamado restaurante de esa noble villa burgalesa, quizás para de llevarnos con nosotros un “buen sabor” del viaje.

Iglesia de Santa Cecilia, Aguilar de Campoo

 

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