Eurojumelages
de Madrid dedicó tres días del mes
de mayo –pocos para cuanto se podía ver-
a recorrer los enclaves más importantes del románico
palentino. Nada más llegar a Aguilar de Campo
y una vez dejado el equipaje en el hotel, nos encontramos
con el que va a ser nuestro guía durante estos
tres días. Se llama César y es un joven
enamorado y entusiasta del románico que trabaja
como coordinador de la Fundación Santa María
la Real, presidida por el prestigioso arquitecto, escritor
y periodista José María Pérez,
Peridis.
Santa
María de Mave |
El primer
día está programado el
Románico Norte. Desde
Aguilar nos trasladamos a Olleros de Pisuerga,
una aldea que guarda un tesoro singular, la
iglesia de los Santos Justo y Pastor, cavada,
horadada en roca arenisca destacando la espadaña
en su alto. Es nuestra primera visita dentro
nuestro viaje y no puede resultar más
impactante; la iglesia, que consta de dos naves
acabadas en ábsides semicirculares y
bóvedas horno y de cañón,
corresponde al más puro estilo románico
y está considerada como una pequeña
catedral rupestre que se conserva tal y como
se construyó en el siglo XII, época
en que fue habitada por monjes eremitas. Situada
en un bello paraje apartado del pueblo contribuye
incrementar ese impacto.
Continuamos
el viaje por la vega del Pisuerga, fecunda y
arbolada, hasta el monasterio benedictino de
Santa María de Mave. Su historia arranca
de una época muy antigua, quizás
del siglo IX y que, aparte del abandono a causa
de la desamortización de Mendizabal,
ha ido sufriendo constantes trasformaciones
a través de las distintas épocas.
Entramos por la fachada oeste por la puerta
principal formada por múltiples archivoltas
apuntadas, decoradas en forma dientes de sierra.
Ya dentro de la iglesia y sentados en los bancos
de la nave central, disfrutamos de un interesante
espectáculo audiovisual donde podemos
apreciar las distintas decoraciones proyectadas
sobre los ábsides, desde el románico,
el gótico, renacimiento y barroco, todo
ello ambientado por el incomparable canto gregoriano.
Antes de abandonar la iglesia, César
nos muestra varias “firmas” o marcas
de los canteros grabados en la piedra así
como unos sucintos planos de la planta del edificio
como guía para su construcción.

Santa
María de Mave, portada oeste
|

Iglesia
de los Santos Justo y Pastor, Olleros
|
La última visita de la tarde es en Rebolledo
de la Torre, donde disfrutamos de una preciosa iglesia
románica del siglo XII, la de los Santos Julián
y Basilisa, un buen colofón para terminar el
día. Lo más importante de ella es el pórtico,
lugar de encuentro, antesala del bautismo de los neonatos,
espacio para recaudar impuestos, es allí donde
los canteros depositaron todo su arte e imaginería
en los distintos capiteles. César nos explica
de modo exhaustivo la labor, la vida, de estos artistas
“del pueblo”. Porque su arte estaba dirigido
a él, ya que la inmensa mayoría de la
gente no sabía leer. Sobre esos capiteles dejaron
reflejados a modo de “comic” la historia
sagrada, la vida de Jesús y de los santos. Una
lección de moral y redención, el bien
contra el mal, el premio y el castigo. Se trata de bajorrelieves
toscos, ingenuos pero no carentes de encanto y cierto
misterio, ese misterio que tanto nos atrae del románico.
Mientras escuchamos atentos las explicaciones de nuestro
guía la luz cálida de atardecer se va
colando por las columnas del atrio, una luz idónea
para tirar fotos y eso hacemos, tirar fotos a diestro
y siniestro antes de subir otra vez al autobús
que nos llevará directamente al hotel.

Iglesia de los Santos Julián
y Basilisa, Rebolledo de la Torre
El segundo
día, dedicado al Románico de
Ojeda y al del Camino de Santiago, amanece nublado y
ventoso. Cuando llegamos al término de Santibáñez
donde se encuentra el extraordinario monasterio de San
Andrés del Arroyo, comienza a caer una fina lluvia
primaveral. El monasterio aun habitado por una comunidad
de monjas cistercienses fue fundado en 1186 por doña
Mencía, hermana de doña Berenguela y bajo
los auspicios del rey Alfonso VIII. El tipo de construcción
ya es de transición al gótico, el típico
estilo de la orden del cister, elegante y sencillo.
Tiene una iglesia notable pero sobre todo lo que más
nos impresiona es un bellísimo claustro al que
se abre la sala capitular. Tanto por entero como en
sus detalles, evidencia las manos de los más
grandes artistas castellanos del siglo XIII, unos Messi
y unos Ronaldo, estrellas de primera fila como nos comenta
César no sin cierta socarronería. La contemplación
de los detalles de los capiteles, verdadera obra de
encaje y orfebrería proporcionan un goce estético
inigualable.
Cuando abandonamos
el monasterio la lluvia ha cesado y el viento ha arreciado
desplazando a las nubes, que adoptan formas caprichosas,
mientras circulamos hacia Santa Eufemia de Pozuelos.
Al llegar al lugar donde se encuentra el monasterio,
nos recibe un hermoso paisaje de verdes praderas desde
donde se puede ver la silueta azul de los Picos de Europa.
Este cenobio de bellas proporciones y de origen muy
antiguo se pierde en la noche de los tiempos. Las primeras
noticias que se conocen de este lugar datan del siglo
X y estuvo habitado por monjes, hoy convertido en propiedad
privada. Consta de una sola nave, crucero con cúpula
y tres ábsides semicirculares. En el lateral
sur se aprecia una magnífica portada que comunicaba
con la iglesia, decorada con dientes sierra y motivos
vegetales. Sin embargo los capiteles interiores son
lo más interesante, con sus curiosas y raras
imágenes de grifos, arpías y extraños
animales. Al salir de la iglesia ya es mediodía,
hace un sol esplendido y aprovechamos a tirar fotos
del exterior de la iglesia, del jardín y de paso
hacer la foto del grupo viajero. Después volvemos
a montar en el autobús y nos vamos derechos a
Alar del Rey para la obligada pausa del almuerzo.
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San
Andrés del Arroyo |
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San
Martín de Frómista |
Santa
Eufemia de Pozuelos |
Apenas nos ha
dado tiempo a echar un sueñecito cuando llegamos
a Frómista y nos sale al encuentro la iglesia
de San Martín, “espectacular” según
el entusiasta César. Su estampa actual después
de la restauración del siglo pasado es magnífica,
con sus tres ábsides, crucero y cimborrio y las
dos torres cilíndricas de la fachada occidental.
Esa belleza se ve complementada en su interior con los
capiteles de los pilares que separan sus tres naves,
los cuales figuran entre los más perfectos del
arte románico. San Martín comenzó
a edificarse en el año 1066 por orden de doña
Mayor, viuda del rey Sancho de Navarra. Este templo
ha sufrido constantes trasformaciones a través
del tiempo como así lo demuestra la maqueta que
se exhibe dentro de la iglesia. César nos cuenta
que las merindades más ricas y pudientes son
las que más cambios han sufrido en sus iglesias,
en cambio las más pobres son las que han conservado
el románico en su estado más puro.
De Frómista nos trasladamos a Carrión
de los Condes. Antes de entrar en la ciudad visitamos
el monasterio cluniacense de San Zoilo, fundado en el
siglo XI por la condesa Teresa, nieta de Bermudo I.
De la primera época sólo queda la portada
principal, descubierta no hace mucho, con cuatro columnas
de insólitos fustes de mármol y magníficos
capiteles cincelados por un maestro de primera categoría
que representan la vendimia, el burro de Belén,
la boca de la verdad, la balanza del bien y del mal.
En el interior de la renovada iglesia se conservan algunos
de los sarcófagos donde se guardan los restos
de los diferentes condes de Carrión.
Ya en Carrión, ciudad importante de la comarca
de Tierra de Campos, después de la imprescindible
parada para un café o refresco, caminamos por
sus calles, que conservan el aire medieval reflejado
en las fachadas de sus casas, hasta la iglesia de Santa
María, templo grandioso, situado al borde del
Camino Jacobeo. En el exterior destaca la portada sur,
cobijada bajo un soportal con arbotantes que pretende
equilibrar la precaria estabilidad del edificio. Lleva
una ornamentación densa y prolija, en su archivolta
externa se tallaron más de treinta personajes.
En los capiteles un tema curioso el tributo de las “mil
vírgenes”, representado por cuatro figuras
de mujer. Seguimos caminando por la misma calle y, nada
más cruzar la plaza del Ayuntamiento, nos encontramos
con la Iglesia de Santiago, hoy convertida en museo.
Dentro del estilo del románico lo más
importante, su fachada occidental. Un trabajo magistral
del siglo XII. La puerta exhibe en su archivolta central
un conjunto de unos veinticinco personajes representando
diversos oficios, pero lo más notable lo constituye
el friso alto, con el Pantocrátor y los apóstoles,
obra cumbre de la estatuaria románica, sobre
todo en la figura de Cristo, de una perfección
de clara influencia grecorromana.
A las 9,30 de la
mañana del tercer y último día
de viaje, César viene a recogernos a la puerta
del hotel donde nos alojamos, para dar un paseo por
la ciudad medieval de Aguilar de Campoo. Es una mañana
tibia y soleada, ideal para caminar por su calle principal
hasta una de las puertas de la antigua muralla. Hacemos
un alto y César nos cuenta sucintamente los orígenes
de la ciudad muy ligada al río donde antaño
estaba plagado de huertas y molinos. Desde allí
se puede contemplar el antiguo fuerte o castillo que
se alza en una colina y desde allí parte también
una hermosa avenida flanqueada por altos olmos que conduce
al monasterio de Santa María la Real. Abandonado
tras la desamortización, padeció una larga
etapa de saqueos y abandono hasta ser restaurado no
hace mucho tiempo.
Tras
su laboriosa recuperación, alberga hoy en día
un instituto de Enseñanza Media y es la sede
de la Fundación Santa María la Real que
trabaja para la conservación y divulgación
de los monumentos románicos provinciales. Se
trata de una abadía de la orden del Cister y
fue fundada hacía el año 1000 por Alfonso
VII. Dentro del conjunto de edificios destaca poderosamente
la sala capitular y el claustro. Los capiteles originales,
obras maestras de la escultura de finales del siglo
XII, fueron arrancados la mayor parte en el tiempo en
que el cenobio estuvo abandonado, para trasladarlos
al Museo Arqueológico Nacional de Madrid, donde
permanecen. La iglesia es de un estilo de transición
tardorománico que busca la altura y la luz. Como
colofón de la visita disfrutamos en el refectorio
de los monjes de una interesante y sugestiva proyección
audiovisual, de dibujos animados, inspirados en los
códices medievales, que nos muestra la vida y
costumbres de la Alta Edad Media, los ciclos, las estaciones,
la fuerza de la naturaleza, el poder de la Iglesia,
sus miedos y supersticiones; una época centrada
en Dios, el gran Pantocrátor.
Nos despedimos de Cesar, la persona que nos ha acompañado
durante este interesante viaje, repleto de arte y de
historia, y partimos hacía Lerma, última
etapa de nuestro periplo donde nos espera un sabroso
lechazo de cordero que hemos encargado previamente en
un afamado restaurante de esa noble villa burgalesa,
quizás para de llevarnos con nosotros un “buen
sabor” del viaje.
Iglesia
de Santa Cecilia, Aguilar de Campoo