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Mientras florecen los cerezos

 

China está de moda. A lo largo de los últimos años la presencia de este país ha crecido exponencialmente en todos los ámbitos. Regresa al papel principal que tuvo en el pasado.
Mientras florecen los cerezos nos muestra ese país que ha modificado la estructura productiva mundial y nos desentraña algunos de sus secretos, como el feng shui, su historia o su poesía.
El viaje transcurre por las ciudades más conocidas del país en un recorrido que alterna los lugares más conocidos con otros menos populares. Así, en Pekín, primer destino, paseamos por los hutongs o casas tradicionales, vamos de compras, atravesamos los patios de la Ciudad Prohibida o nos conducen al Palacio de Verano, la Gran Muralla, las Tumbas Ming, el Templo del Cielo o un curioso templo lamaísta.

La siguiente ciudad es Xian, la capital de la dinastía Tang, período de máximo esplendor de la civilización china. La visita obligada son los famosos guerreros de Xian, el ejército enterrado por el primer emperador Qin Shi Huang Di. La Gran Mezquita y el barrio musulmán son fiel testimonio del asentamiento de mercaderes árabes interesados en la Ruta de la Seda. Otros lugares ineludibles son la Pagoda de la Oca Salvaje, las murallas y las torres del tambor y de la campana.

Shanghai, a la que califican de la Nueva York del siglo XXI, es el gran motor económico de China y el escaparate de la modernidad y pujanza del país. La arquitectura tradicional es escasa aunque un paseo por el Bund o malecón o por el Barrio Francés dan cuenta de su esplendor pasado. Pero es la calle Nanjing, la Exposición Universal de 2010, la torre Jin Mao o el barrio de Pudong donde se consolida la vanguardia.

Los antiguos funcionarios del imperio elegían Suzhou para su retiro. Allí construyeron algunos de los jardines más hermosos del país, como el del Pescador con Red. La ciudad, más pequeña y acogedora, fue durante un milenio el centro cultural del imperio. Era también la ciudad de la seda. No debe olvidarse la colosal obra de ingeniería que es el Gran Canal que permitía el transporte de grano del sur al norte del país. En su construcción, iniciada en el siglo V a.C. trabajaron cinco millones de personas.

La última ciudad del recorrido es Hangzhou, en el extremo sur del Gran Canal y famosa por sus campos de té. La Pagoda de las Seis Armonías, en Lago Oeste o el templo de las Almas Escondidas son algunos de los atractivos que ofrece.
Los encargados de narrarnos estas maravillas son dos viajeros que dialogan desde la intuición y la sabiduría y que intercambian sus puntos de vista para enriquecer al lector.

Una excelente forma de acercarse a los misterios de China.

 

 

 

Díaz Marquina, Carlos
“Mientras florecen los cerezos”,
Autoedición, Madrid 2012

 

 

 

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