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Las reinas de África

Viajeras intrépidas por el continente negro

Publicado: 10 - 1 - 2022

La expresión "La Reina de África" nos lleva de inmediato a una película inolvidable protagonizada por Katharine Hepburn y Humphrey Bogart. Ella una misionera y él un comerciante borracho, navegan en un barco desvencijado huyendo de los alemanes hacia el lago Victoria. La barcaza es "la Reina", un nombre un tanto irónico dada su cubierta carcomida por la humedad y las toses de su motor.

Jugando con esa imagen que a todo amante del cine y de los viajes remite inmediatamente a la aventura en el corazón de África, Cristina Morató hace una recopilación de las peripecias humanas de más de una decena de mujeres blancas que viajaron y vivieron la África del siglo XIX y principios del XX. No puede faltar en el libro la conocida Karen Blixen, protagonista de otra película inolvidable, Memorias de Africa, pero también recoge la aventura de algunas menos famosas, como Mary Kingsley, una británica empecinada en conocer a las tribus más salvajes, sin importarle si eran caníbales o no. O la española Isabel de Urquiola, compañera de Manuel Iradier en su exploración de Guinea.

Una de las historias más llamativas, por la dureza y el sufrimiento que desprenden, es la de Mary Livingston, esposa del famoso misionero y médico, y su madre, Mary Moffat. Ambas acompañaron a sus maridos por el África austral en expediciones insensatas, en pos de la conversión de los indígenas y de la fundación de misiones efimeras, hasta el límite de sus fuerzas. Tanto fue así que Mary Livingston moriría de malaria en el delta del Zambeze, embarazada y casi sorda, con solo cuarenta y un años, después de haberse reunido con su marido para acompañarle en una enésima expedición.

Anécdotas, datos, historias curiosas, acompañan al relato de la vida de once mujeres que, bien por espirítu emprendedor, bien por no dejar solos a sus maridos, se adentraron en África tanto o más que cualquiera de los exploradores másculinos conocidos. El libro se adentra en sus familias, en sus anhelos, en sus empeños, en la gente que les rodeaba, y por supuesto en su empeño por seguir adelante pese a todo. Morató desciende a veces al detalle de los entresijos familiares, felices o infelices, y no olvida las emociones suscitadas en las parejas de ellas: admiración, lamento por la vida dura y la ausencia, honra hacia su tesón, todo ello aparece en las cartas, dedicatorias y poemas recopilados.

Alguno de los pormenores narrados provoca admiración, sorpresa y espanto a la vez. Una de las protagonistas, Mary Slessor, decidió embarcarse hacia la costa occidental africana después de conocer el relato de la momificación de Livingston, a quien sus sirvientes en Tanzania, una vez fallecido, habian vaciado de vísceras, secado al sol durante quince días y envuelto en lona para enviarlo a Zanzibar en un sarcófago de corteza de árbol. El cortejo fúnebre viajó a pie durante once méses; un viaje mucho más lúgubre que los veinte días de Isabel la Católica camino de su último aposento, desde Medina del Campo a Granada.

Un buen puñado de fotografías de las protagonistas y sus familias acompaña al texto, y permite a quien lo lea imaginarse mejor cómo abordaban ellas una vida sometida al azar de la climatología, de las enfermedades y de la geografía africanas, todas ellas poco menos que hostiles.

Una buena elección para recrear un tiempo perdido y unos viajes por tierras que nunca dejaron de ser exóticas. En nuestros tiempos los viajes por África se nos ofrecen más cómodos, pero nunca exentos de cierta dosis de dificultad y riesgo.

 

 

 

Las reinas de África. Viajeras y exploradoras por el continente negro
de Cristina Morató.
Debolsillo, Penguin Random House,
Barcelona, 2019.

 

 

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Jesús Sánchez Jaén
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