Publicado: 29 - 5 - 2012
El
diplomático español Adolfo Rivadeneyra, estudioso
de las lenguas y culturas orientales, tuvo ocasión de desarrollar
su afición de viajero e historiador gracias a sus destinos
propfesionales. Durante gran parte de la segunda mitad del siglo
XIX ocupó diversos puestos en las embajadas y consulados
españoles del subcontinente indio y del Próximo y
Medio Oriente. En 1868, cuando desempeñaba la labor de viceconsul
español en la antigua Ceilán, recibió orden
de trasladarse a la legación española en Damasco.
Y esa orden fue la causa, o el origen, de uno de los relatos de
viajes más interesantes de la literatura española
del género. Rivadeneyra, llevado por su interés en
la historia de las civilizaciones clásicas y en las tierras
que las albergaron, aprovechó el traslado obligatorio para
recorrer parte de Mesopotamia y Siria, con tiempo para detenerse
en los lugares más interesantes. Viajó en barco desde
Bombay a Basora, y allí comenzó un periplo a caballo
remontando los grandes ríos. Estuvo en Babilonia, Nínive,
Nimrud, Jorsabad, y otros enclaves arqueológicos hasta llegar
a Diyarbakir, donde giró al sur para alcanzar Damasco desde
Alepo.
Su
excelente preparación cultural y su dominio de diversas lenguas,
en especial el árabe, le permitieron moverse con cierta libertad
por tierras del actual Irak y observar, con mirada de científico,
las ruinas y las ciudades más importantes. La narración
que hizo de ese viaje contiene informaciones de tal valía que
más puede hablarse de un compendio científico que de un
simple libro de viajes. Algunos historiadores, al estudiar su obra,
le comparan con Botta o Layard, los excavadores de enclaves míticos
como Nínive o Nimrud (1).
Paisajes, costumbres,
gentes, y sobre todo sus descripciones de las ciudades antiguas y sus
adquisiciones de materiales arqueológicos, completadas con las
observaciones geográficas, forman un compendio muy atractivo
en el que consigue transmitir al lector su propio interés en
conocer los lugares descritos, así como el deseo de viajar a
ellos. Además su modo de escribir, muy cercano a la crónica
periodística, acercan el relato mucho más al viajero de
hoy.
La edición
de Fernando Escribano Martín incorpora las cartas de Rivadeneyra
a amigos y familiares desde Ceilán y Damásco durante sus
estancias como diplomático, aportando a la visión del
viajero la del político, agudo observador y testigo privilegiado
de unas tierras y sus gentes en tiempos en que casi ningún español
se aventuraba por tierras orientales.
Aparte de sus escritos
hay que agradecer a Rivadeneyra su labor de coleccionista, pues los
objetos arqueológicos que adquirió durante sus viajes
pasaron a formar parte de la incipiente colección oriental del
Museo Arqueológico de Madrid.
Viaje de
Ceilán a Damasco, de Adolfo de Rivadeneyra, edición
de Fernando Escribano Martín,
Miraguano Ediciones, Madrid 2006.
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(1) Córdoba
Zoilo, J.M, La aventura española en Oriente. Viajes e investigaciones
españolas en Oriente Próximo. Centro Superior de Estudios
de Oriente Próximo y Egipto. Asiriología.
http://www.uam.es/otroscentros/asiriologiayegipto/asiriologia/asirio_art01.html
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