BHUTÁN,
PAÍS DEL HIMALAYA

Dos
momentos son los ideales para visitar Bhután, primavera y otoño.
Yo había decidido ir en otoño, cuando los monzones que
azotan desde el golfo de Bengala ceden su fuerza. Esperaba conocer ese
Shangri -la, protegido entre las gigantescas montañas verdeantes
al este de la cadena del Himalaya.
Bhután tiene una extensión de unos 47.000 km cuadrados
(casi como Suiza) con unos 700.000 habitantes (hay diversos censos).
Un paraíso natural para unos pocos recordando, en este sentido,
a Nueva Zelanda. Al oeste tiene el antiguo reino de Sikkim (anexionada
a India). Al sur India y Bangladesh; al norte Tibet. El mismo choque
geológico que creó la meseta tibetana la rodeó
de montañas.
Bhután formaba parte del gran Tibet, reducido ahora a un tercio
de lo que fue su territorio.
Al pertenecer a zona tropical, los contrastes son extraordinarios. El
gran Himalaya, al norte con alturas por encima de los 7.000 metros,
tiene 18 sietemiles. En la parte central se distribuyen valles y pasos
hasta de 4.000 m. (desde donde tuvimos la suerte de ver, a pesar de
ser un día brumoso, las blancas cumbres) También a lo
largo de esta franja es donde se localizan los mayores núcleos
de población.
En poco tiempo subes 2.000 m., bajas hasta los ríos, cruzados
por modernos puentes y vuelves a subir… Frecuentes corrimientos
de tierra impiden la marcha por serpenteantes carreteras, que a veces
son simples pistas. Cuando habíamos rebasado la mitad del país,
nos informa el guía local de que nos encontrábamos en
el único kilómetro recto de todo el territorio.
La parte sur donde predomina la jungla, está habitada por nepaleses,
trabajadores furtivos o ilegales tolerados por el gobierno, haciendo las
tareas más duras, en las carreteras; otros también nacidos
ya en Bhután, pero enfrentados en algún momento con el gobierno,
que temió la integridad del territorio (ya que Nepal se anexionó
Sikkim). No les reconoce los mismos derechos que al resto de los bhutaneses.
También hay indios y bengalíes.
El agua brota por doquier en cascadas y ríos que corren con fuerza,
algunos afluentes del Brahmaputra, que desemboca en el golfo de Bengala.
Estos saltos proporcionan al país riqueza hidroeléctrica,
sin tener que hacer apenas instalaciones, energía que exporta
a India..
Pequeño flash del país.
Montañas y bosques vírgenes con árboles centenarios
(gracias al aislamiento histórico).
Dzongs (fortalezas, ciudades de la edad media) y gompas
(monasterios) en lo profundo de los valles o en lo alto de las montañas,
con valor defensivo.
Algún pequeño núcleo, donde acude a hacer sus compras
la población dispersa.
Las casas al estilo tradicional con decoración en madera, mayoritario
en todo el país.
La gente vestida con el traje típico (obligado por orden del rey
en casi todas las circunstancias de la vida social).
Todo ello con un elemento decorativo único, las banderas de oración
ondeando al viento por todo el país: montañas, puentes,
puertos importantes.
La historia de Bhután se remonta a la ocupación por parte
de los tibetanos de las regiones más al sur, en el siglo IX,
buscando mejores condiciones de vida que las del altiplano tibetano.
Su historia es la del sometimiento de los pobladores de los valles por
los monasterios correspondientes, que se fueron transformando en dzongs.
La unificación de Bhután no se llevará a cabo hasta
el siglo XVII . En 1907 es elegido el primer soberano hereditario de
Bhután, pero pasando a ser protectorado de Inglaterra, con quién
mantiene conflictos fronterizos desde el siglo XIX
La independencia llegaría en 1949. En 1972 entra el país
en la modernidad con el 4º rey y la idea de “LA FELICIDAD
INTERIOR BRUTA”, como meta para su país.
Para mantener la independencia, después de ver la invasión
de Tibet por China, Bhután preparó en universidades occidentales
a sus técnicos, que ahora gobiernan el país. Con India,
que construyó la única carretera que atraviesa el país
y supuso “un antes y un después,” mantiene buenas
relaciones y también con China, (con Tibet tiene dos únicos
pasos entre las altas montañas del norte)
Hace
44 años, Michel Peissel intentó durante 10 años
entrar al país, no siendo invitado del rey como otros 2 occidentales
que lo habían sido anteriormente. Al final, pidiendo ayuda incluso
a Indira Ghandi lo logró, después de errar por Tibet todo
ese tiempo. Sin cartografía alguna se internó por caminos
con la compañía de un nativo y algún jumento
Fue recibido en Punaka, la antigua capital. Es difícil describir
la belleza de este lugar situado entre dos afluentes del Brahmaputra.
Las dimensiones son enormes, pero con armonía y la decoración
en madera extraordinaria. Los bhutaneses son los mejores artesanos y escultores
de todo el Himalaya. Verdadero centro administrativos, se sigue utilizando
para estos fines: tributos, justicia, etc. En décadas anteriores
se juntaban en una gran sala los jefes de los 32 dzongs y los
abades de los monasterios.
Actualmente,
pocas casas más acompañan al antiguo dzong, lo
cual a mí me desorientaba, pues buscaba la antigua capital, y no
existe más de lo que tenía ante mis ojos, la fortaleza más
inexpugnable del mundo, según algunos historiadores. Punaka mantuvo
la capitalidad desde 1637 hasta 1967, cuando pasó a Thimbu.

Muchos
dzongs se conservan muy bien, habiendo sido algunos restaurados
a causa de incendios. El más turístico sin duda es el de
Paro, llamado “nido del tigre”. Se supone que allí
empezó el budismo en Bhután, llamado budismo tántrico
tibetano, en una cueva que se conserva en su interior. Allí se
venera al gurú Rimpopché, introductor del budismo en el
siglo VIII. La subida, con unas dos horas de caminata es un reto que vale
la pena.
El
pais de la “felicidad interior bruta” ha estrenado parlamento,
que comparte el poder con su joven rey (en quién abdicó
su padre recientemente), y los representantes de los gompas (monasterios).
Lleva pocos años con la televisión y posee móviles
una pequeña parte de la población. Los jóvenes aspiran
a tener las últimas novedades tecnológicas, mientras el
gobierno, que ha elevado la tasa de alfabetización, dedica parte
de esta fuerza para reconstruir los antiguos manuscritos, tankas, mandalas,
y recrear esculturas de madera, en escuelas de arte que pudimos visitar.
Otro
aspecto es la cantidad de monjes que viven en los monasterios, algunos
muy jóvenes, incluso niños. Un jesuita canadiense que
llegó a Bhután como profesor en el 1962 se preguntaba
hace unos años si se podrá mantener el equilibrio entre
tradición y modernidad, cuando aún tiene un pie en la
Edad Media y otro en el siglo XXI.
El turismo va creciendo a pesar de la tasa elevada que imponen diariamente;
incluye todos los gastos, y el gobierno se lleva un 60%.
Yo
recordaré con emoción algunos momentos, contemplando tanta
belleza, entre las banderolas de oración y el mantra de algún
gompa : “om mani padme hum”…
Para
saber más:
-
PEISSEL, MICHEL, Himalaya, continente secreto, Barcelona, 1980,
Ed. Juventud.
- PEISSEL, MICHEL, Bhután secreto, Barcelona, 1983, Ed.
Juventud.
- GOMEZ REA, J. y SEN, DEVDAN, Himalaya, los monasterios de los
lamas. El Universo del Espíritu, 1, Toledo, 1985, Ed. Orbis.
científica.
Puedes
comprarlos desde aquí |
|
|
texto
y fotos:
Isabel
|