LA
FRONTERA NORTE DEL IMPERIO
Publicado: 12 - III - 2020
Cuatrocientos kilómetros
al norte de Londres la isla se estrecha entre dos estuarios hasta
formar un pequeño cuello de botella, de Tynemouth a Bowness
on Solway. Unos montes de poca alzada, los Peninos, cuya máxima
altitud llega a los 893 m., dividen las llanuras inglesa y escocesa
de norte a sur, creando dos plataformas vertidas cada una hacia
una costa. Si nos pusiésemos a buscar un lugar en el que
instalar una barrera que partiese la isla en dos no encontraríamos
uno mejor que ese estrechamiento. La geografía muestra sus
argumentos y de sabios es saber aprovecharlos.
La conquista de Britania
comenzó en el año 43, durante el reinado de Claudio.
Cuarenta años más tarde los romanos derrotaron a los
caledonios en el Mons
Graupius, en algún lugar al norte de Escocia, lo que
supuso el control aparente de la isla. Pero solo aparente, porque
poco después la mayor parte del ejército fue trasladado
a la frontera germana, donde la situación era muy complicada,
y las escasas tropas que quedaron en Britania tuvieron que hacerse
fuertes para no sucumbir a los ataques de las tribus del norte.
Para ello eligieron una línea entre los estuarios de Solway
(al oeste) y de Tyne (al este), donde la llanura se encrespa hacia
el norte. Los romanos construyeron una serie de campamentos fortificados
y algunos torreones, uniendo todos ellos por una vía que
recorría la isla de este a oeste por la zona más estrecha
y más llana. El camino servía de comunicación
entre las guarniciones de los campamentos, como vía de suministros
y para trasladar tropas de forma rápida a los lugares donde
hiciese falta. Esa vía se conoce hoy con el nombre de Stanegate
y está asfaltada en parte.
Tras la visita del
emperador Adriano a Britania, en 122, se ordenó la construcción
de una muralla justo al norte de esa vía. En un primer momento
se construyó un muro simple, de piedra o de turba según
las características del terreno. En su lado norte se excavó
un foso profundo, salvo en aquellos lugares donde los desfiladeros
eran defensa suficiente. Hacia el año 125 quedó de
la siguiente manera:
Posteriormente, y antes de terminar la construcción del muro,
se construyó un vallum, o foso fortificado. Los
soldados y trabajadores cavaron un foso al sur del muro, más
ancho que el que se estaba haciendo al norte, y con la tierra sacada
del foso construyeron dos muros terreros, uno a cada lado de este
nuevo foso. Su objetivo era dificultar el paso de cualquier posible
enemigo que hubiese salvado el muro y penetrado hacia el sur.
Durante las obras
se fueron instalando en las cercanías del muro, o pegados
a él, nuevos campamentos fortificados para albergar a las
tropas que trabajaban en la construcción, y que una vez finalizadas,
se ocuparon de la vigilancia. Algunos de esos campamentos, que en
origen no pasaban de ser un torreón o un pequeño campamento
para una vexillatio (destacamento), dieron lugar a poblaciones
actuales, como es el caso de Newcastle
y Maryport, en los dos extremos del muro.
Finalmente los trabajos
del muro prosiguieron hasta construirlo en piedra de un extremo
a otro.
Por azar del destino,
a poco de la muerte de Adriano, su sucesor, Antonino Pío,
decidió construir un nuevo muro más al norte, en el
estuario del Fort, a la altura de Glasgow, para englobar las tierras
en las que se habían ido instalando algunas familias romanas.
Ese muro se hizo de turba y adobe, y fue poco duradero. En unos
veinte años los romanos se dieron cuenta de que era indefendible
y lo abandonaron. La línea de defensa volvió hacia
el sur, al muro de Adriano. Como éste había sido abandonado,
fue necesario desbrozarlo, vaciar el foso y reconstruirlo en parte.
Una vez terminada la tarea de reconstrucción, los romanos
hicieron un camino entre el muro y el vallum, una nueva
vía que usaban las tropas para trasladarse de un punto a
otro del muro o entre campamentos.

Se habilitaron puertas
en el muro controladas por una pequeña fortificación
con espacio para vivienda, distanciadas entre sí una milla
(mil pasos), lo que ahora los ingleses llaman “milecastles”.
En algunos casos esas puertas estaban defendidas además por
una torre sobre ellas.
Entre cada dos castillos de milla se instalaron dos torres equidistantes.
En los castillos de milla que defendían las puertas había
una pequeña guarnición, y en las torres quizá
un par de soldados, todos dependientes del campamento más
próximo.

Castillo de milla 42
El objetivo del muro
era contener los ataques de las tribus del norte, pictos, scotos,
caledonios, etc. Sin embargo eso no supuso que los romanos se atrincherasen
al sur del muro y no tuviesen contacto con las tierras al norte.
Fue frecuente el establecimiento de relaciones (políticas
y comerciales) con las tribus del norte, e incluso algunos romanos
se instalaron allí.
El
muro de Adriano no fue una estructura simple y lineal, sino que
fue dotado de puentes, torres, campamentos que asemejaban poblaciones,
y vías de comunicación que lo mantenían en
contacto con las ciudades y los grandes acuartelamientos de las
legiones situadas al sur. El campamento más importante de
la región, el de Vindolanda,
estaba unido con el muro por una vía que lo conectaba directamente
con Vercovicium (actual Housteads), entre las millas 36 y 37 del
muro.

Castillo de milla con
su torre correspondiente. La puerta bajo la torre se abre al norte,
al territorio no controlado. Los “castillos” de milla
en realidad eran una pequeña fortificación que albergaba
un par de viviendas para la guarnición. Fuente: English Heritage
Guidebooks
Los constructores
del muro fueron fundamentalmente los soldados de tres legiones:
la Segunda, estacionada en Carleon, la Sexta, acuartelada en York,
y la Vigésima, asentada en Chester. Es muy probable que la
población local ayudase en tareas menores, como el transporte
de material y otras auxiliares. Se calcula que la obra principal
les llevó seis años de trabajo. Los soldados de estas
legiones, que se ocuparon también de los puestos de control,
de las labores de vigilancia y de las tareas militares en los campamentos
del muro, eran de procedencias variadas. Galos, germanos, tracios,
panonios, hispanos, y muchos también britanos. Las tropas
auxiliares, de caballería e infantería, estaban encargadas
de la vigilancia y de hacer frente a las incursiones de los enemigos.
Se ha llegado a establecer que los fuertes del muro estaban destinados
a unidades auxiliares mixtas, de infantería y caballería.
En 407, cuando las
legiones británicas proclamaron Augusto a Constantino III,
éste viajó hacia el continente con la mayoría
de las tropas, dejando Britania prácticamente desguarnecida.
El muro quizá quedó abandonado, o como mucho a cargo
de algún destacamento de tropas auxiliares. Poco a poco desapareció
de la historia hasta que en el siglo XVI los viajeros ingleses y
los eruditos locales empezaron a dar algunas noticias de sus restos.
A mitad del siglo XIX se empezaron las primeras investigaciones
y trabajos arqueológicos que permitieron atribuir el Muro
al reinado de Adriano. Los fuertes y los torreones más destacados
comenzaron a excavarse a finales de ese siglo y se crearon las colecciones
de los principales museos de la línea fronteriza. El museo
de Chester, en el campamento del mismo nombre, es el más
significativo de esa época. En él se muestra la colección
de piezas arqueológicas obtenidas en las excavaciones organizadas
por John Clayton, señor de Chester, entre 1843 y 1890 en
cinco fuertes y varios puntos del Muro.
En la actualidad pueden
visitarse los campamentos de Arbeia, Wallsend, Corbridge, Chester,
Housteads, Vindolanda y Birdoswald, así como decenas de castillos
de milla, todos ellos muy bien excavados. Además se conoce
la situación de varios campamentos más, delimitados
y en proceso de excavación, como es el caso de los de Swarthy
Hill y Maryport, en la costa oeste. Varios museos de gran calidad
jalonan la ruta repartidos en los lugares de más interés.

En Arbeia (South
Shields) se ha reconstruido una puerta del muro y parte del acuartelamiento.
En el Great North Museum Hancock, en Newcastle, se exponen varias
piezas de gran calidad recuperadas en las excavaciones de la parte
oeste del Muro, así como una excelente maqueta y abundante
documentación sobre la vida en la frontera. En el Roman Army
Museum, en Carvoran, se expone todo lo relacionado con las legiones
y diversos cuerpos auxiliares que sirvieron durante varios siglos
en el Muro. Y en fin, los museos de sitio de Maryport, Birdoswald,
Wallsend, Corbridge y Vindolanda completan la visita a dichos enclaves.
Entre todos ellos destacan, sin lugar a dudas, el museo de Vindolanda
y el Roman Army Museum, no tanto por la calidad de las piezas expuestas,
muy limitada y sin posibilidad de comparar con las de los grandes
museos de las ciudades romanas de Francia, Italia o España,
sino por el esfuerzo expositivo y la didáctica. En la actualidad
el Muro forma parte del English Heritage y constituye una gran ruta
para disfrutar con el camino y con el patrimonio arqueológico
inglés.
Jesús Sánchez Jaén
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