De
Mandalay a Bagan por el Ayeyarwady
El Ayeyarwady, antes Irawadi, es una
importante arteria de comunicación y transporte de Myanmar.
Tiene una longitud de unos 2.000 kms lo que le convierte en uno
de los ríos navegables más grandes de Asia. El recorrido
entre Mandalay y Bagan es de 300 kms aproximadamente.
Suena la sirena y sueltan amarras,
suavemente el barco se desliza por la corriente abandonando el puerto
de Mandalay donde quedan amarradas barcazas de fondo plano que están
siendo cargadas con pesados sacos de arroz.

Transporte
local en el Ayeyarwady |
El
Ayeyarwady es un río muy ancho y sus aguas de color
marrón arrastran maderos y otros restos, unos vegetales
y otros indefinidos. Nos cruzamos continuamente con grandes
barcazas cargadas a rebosar de cocos o bananas, grandes troncos
de árboles o grava y arena extraída del fondo
del río. En este tramo hay pocos puentes, concretamente
dos a la altura de Sagaing y Ava, uno de ellos en construcción,
por lo que para pasar de una orilla a otra la gente utiliza
pequeñas embarcaciones que hacen la función
de transbordadores entre las dos orillas y que cargan con
personas, animales, motocicletas y equipajes de lo más
diverso.
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La travesía se presenta tranquila
y vamos contemplando las actividades humanas que se desarrollan
en las márgenes del río. Algunos barquitos de pescadores
faenan próximos a las orillas tratando de hacer capturas
con sus redes. Pequeñas aldeas aparecen de vez en cuando
y nos proporcionan una ligera visión de los modos de vida
de sus habitantes. Se les ve lavarse y hacer la colada al mismo
tiempo, abrevar el ganado y labrar la tierra usando para tirar del
arado un par de vacas.

Vendedores en un muelle
del Ayeyarwady
Como estamos en la época
seca el río debe tener poco volumen de agua pues en la proa
del barco van dos marineros sondeando la profundidad para evitar
encallar. Además pasamos por algunos arenales que parecen
playas costeras donde los pescadores han construido unos frágiles
vivacs de ramas y hojas de palma que en época de crecida
serán barridos por el río. En otros tramos el bosque
selvático cubre las dos orillas y árboles de gran
porte se elevan sobre la masa forestal.
El
barco hace una corta parada en el puertecillo de un pueblo
para recoger pasaje y al atracar decenas
de vendedores se acercan y ofrecen sus mercancías que
básicamente consisten en plátanos, dulces fritos
y rodajas de sandía. Lanzan los racimos de plátanos
para que los cojan los de la cubierta superior y esperan que
les tiren el dinero del precio acordado. Un poco más
adelante volvemos a parar en otra población y las vendedoras
en lugar de comida ofrecen piezas de tela muy coloristas.
Todos los vendedores
van con el traje tradicional, el longhi, una falda amplia
que los hombres se anudan al frente y las mujeres en un
costado y llevan sus caras pintadas con thanakha, una crema
que se obtiene de la madera de sándalo protectora
de los rayos solares y de la sequedad.
Al final del trayecto,
después de unas 10 horas de viaje, aparecen en la
orilla de babor algunas cúpulas. Es la pista para
saber que hemos llegado a Bagan.
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Transportando mercancías
en un muelle
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Bagan,
la llanura de los mil templos
En Bagan se creó en
el siglo IX el primer reino unificado de Birmania, el reino de Pagán.
Su apogeo comenzó en 1044 con la subida al trono del rey
Anawrahta que se convirtió al budismo theravada y conquistó
el reino vecino de Thatón de donde se llevó monjes,
eruditos y artesanos, además de varios juegos del Tripitaka
(antiguo libro budista).

Pagoda
Shwezigon
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En una extensa llanura
de unos 40 kms cuadrados se distribuyen alrededor de 3.000
templos construidos en un periodo de unos 230 años
entre los siglos XI y XIII hasta la invasión de los
mongoles de Kublai Khan.
Pagodas, monasterios
y estupas se alternan con diferentes estilos, tamaños,
desde más de 60 m de altura hasta simples hornacinas
que sólo levantan del suelo un par de metros. Las
cúpulas, unas son huecas, otras macizas con forma
de campana, bulbo o mazorca. Los materiales de construcción
son muy sencillos: ladrillo, arenisca y estuco pero consiguen
con ellos gran riqueza ornamental.
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Aunque los templos están
dedicados a Buda el Nathlaung Kyaung es el único hindú
que queda en pie dedicado a Vishnú y la Nan Paya que tiene
en su interior delicadas esculturas de Brama en arenisca.
Algunos templos destacan
por sus esculturas como el Nagayon con una alta estatua
de Buda bajo una naga y cientos de hornacinas con su imagen,
el Mimalaung Kyaung con esculturas de animales mitológicos,
mitad león mitad dragón, que custodian la
escalera de entrada o la Manuha Paya con tres enormes Budas
sentados y otro reclinado en actitud de entrar en parinibbana
(la muerte).
Pero si hay algo verdaderamente
destacable son los magníficos bajorrelieves. En los
oscuros pasillos que circundan los templos hay espléndidas
pinturas murales acerca de la vida de Buda como en la Pahtothamya
que probablemente posea las más antiguas,
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Interior
de una pagoda de Bagan
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la Gubyaukgyi con escenas
de las vidas anteriores de Buda, la Payathonzu con dos de sus tres
santuarios con pinturas que representan al Bodhisattva y la Nandamannya
Pahto con su famoso mural “la tentación de Buda”
en el que unas jóvenes intentan distraer a Buda mientras
está meditando
Y ya como final la Ananda Pahto,
uno de las más veneradas, con la cúpula en forma de
mazorca y las cuatro agujas doradas. La base y las terrazas están
decoradas con baldosas vidriadas de escenas del jataka y en el interior
cuatro estatuas de pie de Buda, en actitudes distintas, que miran
a cada punto cardinal.

Vista general
de Bagan
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Como
colofón es un grandioso espectáculo subir
a uno de ellos y contemplar la planicie tachonada de templos,
sobre todo, a primera hora de la mañana con la niebla
levantando, o en la puesta de sol mientras van cogiendo
color rojo las estupas destacándose del verde selvático
de la vegetación.
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Etnias
minoritarias de Myanmar
El entorno montañoso
de la zona de Myanmar fronteriza con China, Tailandia y Laos ha
permitido que las etnias minoritarias wa, akha,
ann, palaung, entre otras, pervivan
en este apartado territorio. La base para visitarlas es Kengtung,
ciudad a la que los extranjeros sólo podemos llegar en avión
lo que hace que esta zona sea poco turística y muy agradable
de recorrer.

Mujer y niño akha
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El
coche nos deja en la aldea akha de Pintauk
y a partir de aquí por caminos de tierra, a veces
anchos y llanos, y otras estrechos y empinados, comenzamos
un recorrido por aldeas de diferentes etnias conducidos
por Paolo, nuestro guía.
Las
casas de esta aldea akha están construidas
con madera y bambú, tienen el techo de paja y entre
ellas corretean cerdos, gallinas, perros… Las mujeres
siguen vistiendo el traje tradicional de color azul y el
aparatoso tocado hecho con monedas y bolas de plata.
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Los que habitan en esta zona
son católicos pero en determinados parajes del bosque tienen
pequeños altares para ofrecer sacrificios a sus ancestrales
dioses. Desde el punto de vista ecológico esto es positivo
pues se respeta el bosque virgen en una gran extensión alrededor
de ellos. El resto del terreno próximo al poblado está
dedicado al cultivo fundamentalmente de arroz.
Paolo es católico y
además ejerce como tal: hoy lleva medicinas para algunos
ancianos, va regalando cepillos de dientes y peines a las mujeres
y a los niños las galletas que hemos comprado para ellos
en el mercado de Kengtung. El camino transcurre alternando zonas
agrícolas con bosques en donde destacan, por su intenso color
verde, las agrupaciones de bambú.
Cuando el paisaje se vuelve
más boscoso aparece una aldea de la etnia ann.
Son animistas y a la entrada del poblado tienen altares para los
sacrificios.
Tanto
los hombres como las mujeres se perforan grandes agujeros
en las orejas y se colocan una especie de tapón de
madera, visten de negro y utilizan pequeños “cauris”
de adorno en las ropas; las mujeres, además, se lacan
los dientes de negro. Son poco aseados y los perros están
continuamente alrededor; nos cuentan que también
los utilizan de alimento.
Entramos
en la cabaña del jefe donde hay reunidos 8 ó
10 hombres. Nos ofrecen té, que no podemos rechazar,
y escuchamos sus historias sobre la caza del tigre y del
oso. El guía habla con ellos en su idioma y luego
nos lo traduce al inglés. En la aldea están
celebrando los preparativos de una boda en la que ambos
contrayentes tienen 14 años. Sin comentarios.
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Jovencísimo
matrimonio ann
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El siguiente poblado es también
ann pero sus habitantes son cristianos, no utilizan
los trajes tradicionales de su etnia sino el longhi birmano. Tienen
escuela y tanto las casas como los alrededores están muy
limpios. En el porche de la casa del jefe compartimos nuestra comida
con las mujeres y niños de la casa; Paolo el arroz, nosotros
chocolatinas y plátanos, y ellas nos ofrecen té.
Atravesando campos de arroz
ya cosechados, llegamos a la aldea donde habíamos comenzado
a andar y nos espera el coche. En las 6 horas que ha durado el trekking
no nos hemos encontrado a ningún otro turista. La gente de
las aldeas no nos ha puesto ningún inconveniente al hacerles
fotos, es más, a muchos les gustaba y han posado contentos
y coquetos.

Poblado
akha
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El
día siguiente comenzamos por un poblado wa,
de los más pobres de la zona pues carecen de campos
de labor y tienen que vivir de lo que les proporciona el
bosque. Aquí el guía reparte unas mantas,
que su esposa había comprado en el mercado, y un
saco de ropa usada. Las mujeres no visten uniformemente
pero llevan una especie de turbante y la mayoría
fuma en pipa.
Continuamos
por senderos entre arrozales hasta una aldea akha
donde dejamos el resto de las mantas y Paolo sigue repartiendo
las galletas entre los niños que tímidamente
las cogen y enseguida sonríen y les brillan los ojos.
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Pasamos por una zona arbolada
con buenos ejemplares de acacias y ficus y bosquetes de teca. A
la salida del bosque nos topamos con un poblado la-huna.
Tienen tres barrios: uno budista, otro baptista y un tercero católico.
Nos invitan a un té que tomamos encantados, pues la limpieza
es evidente, y después visitamos la escuela. En una cabaña
alargada hay unos 40 niños sentados en bancos divididos en
tres grupos por edades, tres maestras y tres pizarras. Nos cuentan
que no sólo es el colegio del poblado, sino que también
vienen niños de aldeas distantes que tienen que recorrer
mucho camino para llegar cada día a la escuela.
Más
adelante llegamos a una aldea palaung con
grandes cabañas donde conviven varias generaciones
de la misma familia. Sus mujeres llevan unos anchos cinturones
metálicos y se las ve lavar y fregar en la fuente
y faenar en el campo con ellos. A las afueras de este poblado
nos espera el coche que nos devuelve a Kengtung finalizando
así los dos días de trekking.
Irremediablemente
el viaje por Myanmar se acaba, pero si algo recordaremos
de este país, no será solamente sus paisajes
y monumentos, sino el mayor tesoro que posee: sus gentes.
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Mujer palaung
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Para
saber más:
Lonely
Planet en español
http://www.lonelyplanet.es/Turismo_Destino_MyanmarBirmania_114.html
Myanmar en general
http://www.myanmars.net/
http://www.myanmar-tourism.com/
Otras etnias del sudeste asiático
Mapa
humano de pueblos, etnias y culturas
Versión
en pdf (278 kb)