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VIAJE AL GRAN MOGOL, INDOSTÁN
Y CACHEMIRA
La época de los grandes
sultanes de la India

Hubo un tiempo
en el cual en las tierras al este del Indo gobernaban los sultanes
más ricos y orgullosos de todo el orbe. Se decían
descendientes del gran Tamerlán,
emperador mongol y señor de Samarcanda.
Hete aquí que cuando llevaban más de cien años
gobernando en la India, un viajero francés desembarcó
en sus costas y llegó hasta Agra justo en los días
en que se estaba fraguando una traición. Los hijos deseaban
el trono del padre, que enfermo y anciano les había alejado
a gobiernos de reinos tributarios. El francés, que se llamaba
François Bernier, era médico y filósofo,
y gracias a sus conocimientos fue contratado como galeno personal
del Gran Mogol Shah Jehan, el constructor del Taj Mahal. Era 1657
y Shah Jehan solo viviría un año más.
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Bernier,
más viajero que médico y tan escritor o mñas
que viajero, narró en un libro su experiencia en
la corte mogola durante doce años. Una vez muerto
Shah Jehan, Bernier pasó a ser médico de su
hijo y sucesor, Aurangzeb. En el libro cuenta con detalle
las guerras fratricidas entre los hijos de Shah Jehan, la
victoria y traiciones de Aurangzeb para hacerse con el trono
y, lo más importante para un lector viajero, describe
las costumbres, formas de vida, maravillas naturales, palacios
y obras de arte que contempla en diversas regiones de la
India mientras sigue la corte mogola. Y lo hace con tal
detalle que no puede verse en él un mero descriptor
de lo que vive, sino un conocedor de la naturaleza humana
y un fino observador político.
"
(...) Embarqué en un navío indio,
pasé el estrecho [Bab el Mandeb] y, al cabo
de veintidos días de navegación, llegué
al puerto de Surata, en el Indostán, imperio
del Gran Mogol. Allí supe que el rey se llamaba
Chah-Jehan, que significa Rey del Mundo,
y que, según los historiadores, era hijo
de Jehan-Guire, que quiere decir Conquistador
del Mundo, y nieto de Ekbar, que nosotros diríamos
el Grande.
(...) Porque
los que alcanzan cargos y dignidades, y hasta los
que pertenecen a la milicia, no son todos de la
raza de los mogoles, y sí extranjeros, gentes
oriundas de todos los países. Hay muchos
persas y bastantes árabes y turcos. En la
actualidad, para ser considerado mogol basta con
ser extraño al país, de raza blanca
y mahometano, distinguiéndose de los indios,
que son de color cetrino, y de los cristianos europeos,
llamados franguis"
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Las
palabras de Bernier describiendo las pasiones, las hazañas
y las traiciones de los gobernantes mogoles hacen comprender
al lector las circunstancias que rodeaban a los personajes
de la corte. Pero también se describe una India dividida
entre indues y musulmanes, entre gobernantes y gobernados,
a través de las costumbres de ambos grupos. Las castas,
el papel de la mujer, las prácticas religiosas, muchas
de ellas aún hoy en vigor, son el paisaje de una
India intemporal.
Mientras
viaja siguiendo a la corte de Aurangzeb no pierde detalle
de todos los aspectos que puedan interesar al gobierno de
su patria, Francia, y así lo refleja en las cartas
que envía a diversos personajes. En alguna de ellas
describe la manera de viajar en la India, una forma lujosa
y abigarrada, pero no exenta de esfuerzo e incomodidad.
Como dice Bernier, viajan convirtiéndose en árabes
o tártaros mientras están en el camino, pues
viven de manera similar a unos nómadas.
"Partiré
al fin esta noche, después de haber puesto
en orden todos mis asuntos y de proveerme de todo
lo que me es necesario para el viaje, como hacen los
principales caballeros, de dos buenos caballos tártaros,
(...) de un camello de Persia, de los más grandes
y de los más fuertes; de un camellero y de
un mozo de establo, de un cocinero y de otro servidor,
que en este país se acostumbra a hacer marchar
delante del caballo con un frasco de agua en la mano.
Tambíen me he provisto de los utensilios ordinarios:
una tienda de tamaño mediano y una alfombra
proporcionada; de una cama pequeña, como hecha
con cuatro cañas muy fuertes y ligeras, con
un cojín, dos mantas, una de las cuales, doblada
en cuatro, sirve de colchón; de un sufra
o mantel de cuero, redondo, sobre el que se come,
de algunas servilletas de tela pintada y de tres saquitos
de batería de cocina o de vajilla, que se colocan
en otro saco mayor, y éste en otro grande,
fino, de mimbre y muy fuerte, donde se colocan también
todas las provisiones, la ropa blanca y los vestidos
del señor y los criados"
(Carta primera a Monsieur de Merveilles). |
Según
va explicando en esta carta, se está preparando
para viajar con la corte hacia Cachemira, donde Aurangzeb
busca el descanso y el aire fresco que necesita para mejorar
su salud. ¡ Pero el viaje se planea para año
y medio ! y el Gran Mogol lleva con él treinta
y cinco mil soldados de caballería, diez mil de
infantería y toda su artillería, la ligera
y la pesada. Más que un viaje de vacaciones es
un traslado de la corte. El detenimiento con el que Bernier
describe los preparativos militares, los caminos, el ritmo
de marcha y otros pormenores hacen pensar en una doble
intención; algunos lo consideran un espía
al servicio del rey francés más que un simple
viajero.
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Sus relatos
de los lugares que visita, Lahore, Bember, o la misma Cachemira,
a la que califica de Paraiso terrenal de la Indias, son dignas
de un enamorado del subcontinente en toda su extensión
y de sus gobernantes, pese a las traiciones y crueldades de las
que es testigo.
Visitar la
India hoy, y llegar a ciertos lugares como Cachemira, no lleva
tanto tiempo, pero quizá sea incluso más incómodo
que le resultó a Bernier en el siglo XVII, según
se mire. Sea como quiera, su libro es un excelente compañero
de viaje, un amigo que ayudará a comprender algunas de
las miles de cosas que parecen incomprensibles en la tierra del
Indo y el Ganges. Y ayudará también a evocar una
época en la que se construían tumbas celestiales
por amor, palacios para encarcelar a la familia y fortalezas dignas
de los dioses.
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“Viaje
al Gran Mogol, Indostán y Cachemira”
de: François Bernier
Prólogo de Eugenia Rico
Relecturas Viajes
Espasa Calpe
Madrid 2004. |
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Jesús
Sánchez Jaén |
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