Publicado: 11 - 1 - 2022
En 1933 un británico
excéntrico y enamorado del arte emprendió un viaje
a Oriente con el afán de estudiar la arquitectura islámica
a pie de monumento. Su pretensión era llegar a las ciudades
musulmanas más remotas y famosas, empezando por Damasco,
siguiendo en Bagdad, Ispahán, Persépolis, Tabriz,
Teheran, Kermán y así hasta llegar al Indikush, en
el norte de Afganistan, la tierra del río Oxus y asentamiento
del legendario reino grecobactriano. Ese británico se llamaba
Robert Byron, y aprovechó la corriente de expansión
cultural de los años 1920 y 30 para hacer de su pasión,
el estudio del arte islámico, casi una forma de vida durante
varios años. No viajó solo, sino con un compañero
que aportaba algo fundamental, el conocimiento de la lengua persa.
Se llamaba Christopher Sykes, y había trabajado en la embajada
británica en Teherán. Donde la lengua del Imperio
Británico no llegaba, llegaba la traducción de Sykes.
Parece
ser que todo empezó cuando Byron vió una foto de un
mausoleo del siglo XI situado en una ciudad a orillas del Caspio,
Gonbad-e-Qabus. Según dijo él mismo, quedó
fascinado por la esbelted de la torre de ladrillo. Por suerte hoy
día esa torre se mantiene en pie, lo que no ocurre con todas
las cosas que Byron vió, y es Patrimonio
de la Humanidad. Fruto de esa fascinación surgió
un viaje, y de él un libro en forma de diario que narra pormenorizadamente
la ruta seguida por Byron y Sykes desde que partieron de Venecia
el 20 de agosto de 1933 hasta que regresaron a Europa y se separaron
en Marsella, en julio del año siguiente. Byron despide el
diario en Savernake (Gran Bretaña) el 8 de julio, diez y
nueve días después de haber salido de Kabul. Regresaron
desde Bombay en barco.
Byron alterna en su
diario las notas sobre el arte que observan con la ironía
al describir las formas de vida, e incluso algo de humor británico
al referirse a las personas que van conociendo. El libro aporta
curiosidades sobre monumentos hoy desruidos y el peculiar punto
de vista de Byron respecto al arte persa. Una travesía literaria
y artística por miles de kilómetros y por más
de un milenio de arquitectura árabe y persa.
Las descripciones
de Byron son peculiares, pues tratan de combinar una visión
poética con la plasmación de la realidad. Tomemos
la de Yazd, por ejemplo. Dice Byron "Yazd es diferente
a cualquier ciudad persa. Ni un cordón de jardines ni frías
cúpulas azules defienden la ciudad de los desechos del exterior.
La ciudad y el desierto son de un solo color, de una misma sustancia.
La primera surge del segundo, y las altas torres
del viento, un testigo del calor, son tal como un bosque surgido
del desierto de modo natural. Ellas le dan al lugar un aspecto fantástico,
aunque no tan fantástico como las de Hyderabad en el Sind.
(...) Las torres de Yazd son cuadradas, y capturan el viento por
los cuatro lados por medio de ranuras huecas que lo impelen hacia
las cámaras situadas debajo".
Una descripción
muy literaria que otorga un valor a las torres del viento más
allá del utilitarismo que podría haber detacado cualquier
otro. Queda claro que la pasión de Byron por el arte en su
conjunto y por la arquitectura persa en particular, le inspiraron
grandes momentos en su viaje. No todo el libro resulta tan literario;
descripciones y comentarios que denotan la postura de superioridad
británica aparecen en el contacto con los consulados rusos,
al hablar de la comida que les sirven o de los transportes utilizados.
Viaje a Oxiana
merece una lectura sin prisas en la que el viajero lector contraste
sus propias experiencias con las de Byron o se inspire en ellas
para recorrer algunos de los lugares más fascinantes de Oriente.
En la edición inglesa pueden encontrarse expresiones decimonónicas
y queda más patente el tono condescendiente de Byron con
persas, árabes, afganos y demás gentes.
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Viaje
a Oxiana
de Robert Byron. (Trad. de Antoni Puigrós)
Ed. Confluencias,
2021
The
Road to Oxiana
Robert Byron
Penguin Classics, Penguin Books
2007
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